Se le puede pedir también que nos proteja en cambios de residencia. Meteremos en una bolsa de tela verde un poco de pan incienso, pétalos de una rosa roja, un imám y una moneda de curso legal. En un papel escribiremos el destino que tenemos. Quemaremos el papel y las cenizas las meteremos en el interior de la bolsita que nos acompañará durante todo el trayecto.
Al amanecer, rezaremos esta oración:
Oh, Dios omnipotente y misericordioso, por la intercesión del venerado San Francisco te rogamos encamines nuestros pasos a un feliz destino. Líbranos de los peligros que nos rodean y aparta de nuestro camino cualquier tentación de pecado. Que la paz y la luz no nos desampare y tu fuerza divina, oh Dios!, nos dé el apoyo para triunfar en nuestro intento. Amén.
Cuando lleguemos a nuestro destino, tiraremos la bolsita a un lugar donde corra el agua, para que se le lleve la corriente. Daremos limosna o comida a un anciano pobre, a un niño y a un perro. Y compraremos una planta que cuidaremos dando las gracias a San Francisco.
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